Piel sensible que enrojece? pica? tensa?
La sensibilidad cutánea depende de los exteroceptores, los mismos que “registran” una caricia.
¿Quién no conoce la sensación que causa una caricia? ¿Os habéis preguntado alguna vez por qué y cómo sucede?
Nuestra piel está poblada por un gran número de pequeñas terminaciones nerviosas que se llaman exteroceptores. Ellos son los que transmiten al cerebro la información táctil, térmica, de dolor… que se produce en la piel.
Si estos receptores no estuviesen, no percibiríamos los estímulos externos. Viviríamos en una especie de apatía emocional que seguramente no nos gustaría, ni nos beneficiaría (más adelante explicaremos por qué).
Las células de la piel tienen nombres evocadores: queratinocitos, melanocitos, células de Langerhans, células de Merkel… y cada tipo de célula responde a una función específica.
No tenemos la intención de ponernos con los tecnicismos de un tratado de histología, sólo queremos explicar que las llamadas células de Merkel y otros exteroceptores que se encuentran en la capa más profunda de la epidermis (capa basal) son los responsables de la sensación que experimentamos cuando nos acarician y de otros estímulos táctiles además de detectar las presiones ejercidas sobre la piel.
Los exteroceptores también informan al sistema nervioso de los "excesos". Si un objeto tiene una temperatura que nos pueden dañar, el escozor que sentimos nos señala que estamos a punto de sufrir una quemadura y por tanto… soltamos la presa!
Imaginaros lo que pasaría si no recibiésemos el apoyo de este tipo de sensibilidad. Es, por lo tanto, una forma de defensa, una especie de alarma que nos advierte que algo anda mal.
Pero, afortunadamente, la sensibilidad de la piel es también mucho más!
La piel es una verdadera herramienta de conocimiento, y los estímulos táctiles nos permiten explorar y detectar con extraordinaria precisión las características de los "materiales” con los que entramos en contacto, a veces mejor de lo que la vista puede hacer.
La piel sana es el hábitat natural para que este tipo de sensibilidad funcione óptimamente.
Pero tratamos siempre nuestra piel adecuadamente?
A menudo nos envía señales: se enrojece fácilmente, pica, tira... Reacciona excesivamente a productos inapropiados, al sol, al frío, a la limpieza demasiado excesiva, sobre todo si, por constitución, es una piel fina, delicada, seca, que tiende a la descamación.
La piel por lo tanto nos arropa, nos protege y nos informa también, a través de la sensibilidad exteroceptiva.
¿Cómo responder a las señales que nos envía?
La respuesta es simple: cuidar de ella con los productos adecuados que le ayuden a mantenerse sana e integra. Elicina Plus es el producto de nuestra línea más adecuada para tratar las necesidades de la piel sensible.
La base de la crema, en comparación con Elicina Crema, está enriquecida con componentes que aseguran un aporte calmante mayor. Pero lo extraordinario de este producto es la baba de caracol, que también está contenida en un altísimo porcentaje.
Las epidermis frágiles necesitan un mayor aporte de hidratación y una nutrición más respetuosa. Las personas con piel sensible saben que la hidratación debe ser continua e abundante, y el efecto exfoliante y regenerador, cuidadoso.
Los mucopolisacáridos de la baba del caracol constituyen la "reserva hídrica" que requiere una piel sensible, apoyados por la acción nutritiva y protectora del colágeno y la elastina que, junto con la capacidad de energizar de las vitaminas, aseguran el cuidado necesario para este tipo de piel.
El ácido glicólico de Elicina Plus respeta la exigencia de una exfoliación delicada, por que la acción de eliminación de las células muertas de la piel es extremadamente suave y cuidadosa.
Potenciando ésta eficacia, tenemos la intervención especial de la alantoína, que también está contenida de forma natural en la baba de caracol, que con su rol calmante y cicatrizante, se compatibiliza muy bien en este equipo de "especialistas" de las pieles sensibles.
Una piel sensible se merece lo mejor, merece Elicina Plus.
Para concluir, una curiosidad anatómica. La derivación de la epidermis, en el embrión, es la misma que la del sistema nervioso! La piel es, por tanto, un órgano "inteligente", una verdadera "extensión" de la mente. La piel comunica los estados mentales y emocionales, y registra también los de los demás.
Tocar y ser tocados es una forma para conocer e interactuar, y también de "exponerse” y arriesgarse: en una palabra, vivir.